martes, 27 de julio de 2010

El sabor de mi sangre (II)

-Oh, pequeña, ahora dime: ¿qué eres tú?
-Soy Luz, una hu-ma-na-mal-di-ta- digo silabeando bien para que entienda.- Y no te tengo miedo.
Mi mirada es desafiante, pero él se rie. ¡Maldito cabrón...!
-Entonces yo tenía razón. En este mundo no hay magos pero si algo más que nosotros, pero ¿qué? La pregunta bien hecha a la persona adecuada. El sabio que para mí trabaja me dijo "humanos malditos"- le hac gracia su propia narración de psicópata, pero me preocipo algo- Él sabía lo que eres y gracias a él me he preparado- su sonrisa de psicópata está torcida.
-Tú nunca podrás conmigo- ¿por qué no deja de reírse de una vez? voy a borrar esa sonrisita de su cara...- Por si no lo sabías, fui yo quién mató a tus ocho guardias la otra noche.
Su cara se ensombrece, se pone serio al oír aquello. Mi expresión sigue siendo desafiante, por lo que mi sonrisa también lo es. Sam lleva desde que llegué con su rostro a escasos centímetros del mío, pero esta vez su mirada está desorbitada. De pronto sonríe y me mira.
-Puede que los vencieses a ellos, pero a mí no lo harás. No sin tus poderes- le miro desconcertada. ¿De qué demonios está hablando?- He construído este sitio a prueba de humanos malditos, la magia aquí no acudirá a ti.
¿Qué? No, no puede ser. Llamo al fuego, peo no me responde. Lamo a la tierra, pero nunca llega. Llamo al agua, pero no me oye. Ahora soy una simple y vulnerable humana en manos de un poderoso vampiro.
Aunque intnto que mi expresión sea la misma de antes, Sam lee el miedo en mis ojos. Sonríe. Una pregunta cruza mi mente y necesito saber la respuesta.
-¿Por qué haces todo esto?
-¿El qué?
-Secuestrarme. Creí que era Nadia quién te interesaba.
-Y lo es. Pero así mato a dos pájaros de un tiro. Raptándote cuando eres totalmente vulnerable consigo de ella lo que euiero y luego... ¡Adios Nadia! Y a ti te presentaré a los vampiros que no quieren que nadie estinga su raza, que no les gusta que exista alguien capaz de matar vampiros sin ser licántropos y... ¡Adios Luz!
-Nada de eso pasará.
-Ah, ¿no? ¿Estás segura?
Antes de que pudiera enterarme ya estaba esposada a la pared como Cristo en su cuz. Tenía las manos una a cada lado de la cabeza (solo que un poco más arriba) y sólo podía estar de pie. ¿Ni siquiera podría sentarme si me cansaba? Será... Y las muñeas ya me duelen.
Sam se acerca mucho a mí (más bien, se pega a mí, ¡qué asco!) y pone una mano en mi cintura y con la otra me sujeta la barbilla. Acerca su cara mucho, muchísimo, ¡demasiado!, a la mía y la giro.
-No tardaré mucho, pequeña- me susurra al oído. Me besa en la mejilla y se va.
¡¡¡QUÉ ASCO!!! Tengo que lavarme bien la cara al llegar a casa.
Intento volver a llamar a los elementos varias veces, pero no consigo nada. Lo ha preparado bien preparado. ¡Cada vez le odio más! Y ese odio crece y crece... Tengo que hablar con Nadia para preguntarle que le ha hecho a este tío.
Antes de darme cuenta (despues de estar en mis ensoñaciones durante... ¿dos horas?) viene el imbécil y me besa. Más bien se acerca a mí, deja que le vea e intenta besarme. Empiezo a moer los brazos como una loca pero estoy atrapada y él muy estúpido no me suelta. Vale. El típico punto débil de los chicos es... ¡Patada en los huevos! Y... ¡Salta hacia atrás agarrado a sus partes!
¡Bien hecho Luz!
No puedo evitarlo y me hecho a reír. Eso le cabrea. No le hace gracia que lo rechacen.
-¿Tienes idea de como sabrá la sangre de una humana maldita?- me pregunta. No. Él no. Nadia perdió el control y él no creo que lo tenga.
-No te atravas a tocarme.
Dicho para que lo haga. Me muerde en el cuello antes de pueda hacer algo. Bebe, bebe y bebe. No para. No puede detenerse y sus ojos estas mas desorbitads que nunca. Lo único que le importa es beber. Y no parará hasta que me muera... Está consiguiendo lo que quería. Ahora sí que no tendo escapatoría. Ya no oigo, no veo nada y me voy a morir...


Esto lo ha escrito:
❤FÁTIMA❤

No hay comentarios:

Publicar un comentario